Entre los bosques del valle de Borau, en un rincón de gran belleza natural y espiritual, se alza la iglesia de San Adrián de Sasabe, una de las joyas del románico aragonés. Este templo, declarado Bien de Interés Cultural, fue uno de los primeros centros episcopales del antiguo Reino de Aragón, y guarda entre sus piedras siglos de historia vinculados al nacimiento de la identidad aragonesa.

Construida entre los siglos X y XI, la iglesia sorprende por su sencillez arquitectónica y su armonía con el paisaje. De una sola nave con ábside semicircular y una hermosa cripta, San Adrián de Sasabe combina elementos prerrománicos y románicos que reflejan la transición entre dos épocas. Su ubicación, junto al antiguo cauce del río Lubierre y rodeada de frondosos bosques, refuerza su carácter místico y su conexión con la naturaleza.

Hoy, San Adrián de Sasabe es un lugar de visita imprescindible para los amantes del arte, la historia y la tranquilidad. Un paseo hasta el templo permite disfrutar de la paz del entorno, descubrir el legado medieval del valle y sentir la energía de uno de los lugares más antiguos y simbólicos del Pirineo aragonés.

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